lunes, 16 de febrero de 2015

¡Ya!

Como dije antes de que el pan compartido sabe mejor, en ésta ocasión me tocó compartir el pan con Raymundo Zenteno, privilegio compartido a su vez con mi Maestra Postrera, quien es parte de mi corazón, y así, juntos los tres, danzamos al ritmo del Universo. Sucedió el sábado 14 de febrero, en algún lugar de cuyo nombre suelo acordarme de vez en vez, con morral en mano y bastante ilusión por la aventura de cocinar, de conocer el "infihorno" que habita en la estufa del Zopilote.

El plan era simple: hornear pan multigrano, y en el medio de ese propósito, cocinar dos "pitsas" que de a poco están cobrando cierta fama en cada casa que visito, en cada paladar que se atreve a probar los experimentos, saltos literales al vacío sin red ni paracaídas. Con el Zopi sucedió igual. Luego de vaciar la morraleta / kit que me acompaña, reunimos harina, chía, avena y linaza, y nos lanzamos a la mezcla y posterior armado del pan, que pueden ustedes constatar en las fotos que acuerpan este escrito. 
 

 Y como el tiempo de mezcla, autólisis y armado lleva un promedio de seis horas (o más) decidimos realizar dos sendas pitsas con elementos sencillos: tomate, ajo, cebolla, aceitunas, queso, nuez, almendras y, como remate, un manojo de verde y fresca albahaca.

Cual bruja de cuento, se fueron agregando los ingredientes tal como iban apareciendo, y junto con estos fueron desgranándose igual las palabras, los recuerdos e historias, en cada rincón de la cocina del Zopi. Y acá debo abundar en algo: el Ray es generoso hasta la médula, por ejemplo, en las historias o las ideas que le rondan en círculos sobre la testa, ideas aladas en un cerebro con el hamster haciendo girar el barril de neuronas que le permiten renombrar a los otros, resignificarlos, y lo que es mejor, transmitirlo para que se anide en otras memorias, como la palabra "Harinel", el nombre de un amigo que vive en Plan de Ayala, con quien haremos pan próximamente.


Porque el pan compartido sabe mejor, y Harinel está convencido de que debemos compartir el conocimiento, hacerlo de todos porque de todos es. Coincidimos en que "hacer" es sencillo, solo necesitamos la motivación, porque la experiencia de otros así lo demuestra. Si es necesario es posible, de eso no cabe la menor duda. ¿Los niños pueden aprender a elaborar su propio pan? ¡Sí!

La mayoría critica la existencia de las papas fritas, de los refrescos de cola, de las galletas llenas de todo menos de nutrientes, imitaciones de queso que al prenderles fuego podrían arder una semana con llama constante, sin olvidar los prodigiosos panes del osito bimbosito, porque así lo dicta la costumbre alentada por la televisión. Pero como decía antes, si es necesario es posible, y se hace necesario volver a preparar nuestra comida, si no en su totalidad al menos la necesaria.


 En el mar de historias contadas ese sábado por el Zopi, destacó lo siguiente: ¿Por qué nadie ama al Presidente? Y bueno, de seguro habrá quien ame al Presidente, como también habrá quien ame a Gobernadores, Diputados, Senadores, Presidentes Municipales, y los que se acumulen. Pero siendo honestos, son la minoría de la minoría. El domingo hice una encuesta "montañosky", y lo que hallé fue un descontento total (por decirlo de alguna manera), a la hora de opinar sobre el trabajo realizado por las personas que nos gobiernan. Destacaron (luego de las mentadas de madre) el dispendio de los recursos, la inseguridad y la pobreza. Mi vecina dice que antes la "aspiración en la vida" era ser "alguien" de respeto, honorable, trabajador y mejor padre o madre de familia. Y eso se lograba yendo a la escuela, preparándose para ser profesor, doctor, ingeniero, abogado, o cualquier otra profesión, la que guste, pero no "político". Hoy todos quieren ser políticos o delincuentes (agregó) y entre unos y otros no hay mucha diferencia.


Y de verdad es difícil que ahora los gobernantes sean amados por su pueblo, es más, creo que ni les interesa. Más de un ciudadano piensa que da lo mismo que estén o no estos personajes, por ejemplo, un presidente municipal. O que existan cientos de representantes en Congresos y Senados, que no representan más que a sus propias personas. Y también se preguntan otros si ese modelo de "gobernabilidad" que vive México es caduco, porque deben de existir otras maneras de hacer política, otras maneras de ver realizadas las tareas que este pais necesita para terminar de ser esa mala promesa de un país en vías de desarrollo: el gigante dormido (o gigante anestesiado).


Y en esas estaba, pensando sobre quién ama al Presidente, camino de regreso a casa. Un promedio de tres anuncios por cada cien metros recorridos iba confirmando lo pagados de sí que se encuentran los aspirantes a puestos de mando en nuestro estado. Frases vacías, demagogia, oraciones huecas... rostros de sonrisas amplias, grotescas más que seductoras. Todos son hoy deportistas, que digo deportistas... atletas de alto rendimiento, incansables (no se sabe incansables de qué), abrazando a quien se deje, o abriendo los brazos, esperando a que los ciudadanos corran para ser salvados de la asfixia creada por ellos mismos. Veneno y antídoto.


Como bien recita Fito Páez: NO todo está perdido. Existen más gente honesta que deshonesta; gente más consciente de que el cambio está en sus propios brazos, no en el de los políticos que se anuncian cada 30 metros. Ya no más inmolarse buscando la Revolución que antaño tuvo sus triunfos colectivos. No, ahora la revolución es así, con letras bajas, una revolución en cada uno de nosotros. la revolución está dentro de ti, de él, de aquellos y de aquellos otros, de ustedes y nuestra, pero de uno en uno.

Si al Presiente no lo aman, es problema del Presidente, del Gobernador en turno, y así repasando la lista de cada cargo político, de cada personaje del color que sea, a quienes su pueblo, sus gobernados y representados, no les aman.

¿Iba a hablarles del pan? Bueno, les digo que quedó riquísimo, y más con la mermelada que el buen Ray preparó, y mucho mejor cuando los amigos comieron lo horneado, lo "deliciaron" y pidieron repetir la ocasión. Y sé que habrá muchas ocasiones más.

Por mejores rumbos...